Su origen histórico tiene raíces en la Francia del siglo XVIII, una época de cambios sociales, políticos y filosóficos, rito que aparece en el marco del rápido crecimiento y evolución que experimento la Orden durante este período y que emergió como una respuesta a la necesidad de una estructura más organizada y uniforme dentro de la Masonería.
En 1717, se forma la Gran Logia de Londres, marcando el inicio formal de la Masonería especulativa moderna, extendiéndose rápidamente a Francia, donde se establecieron diversas logias. Sin embargo, las logias francesas adoptaron ciertas reformas y cambios rituales, diferenciándose de la Masonería practicada en Inglaterra. En 1743, se creó la Gran Logia de Francia, que más tarde se convirtió en el epicentro del Rito Francés.

Ya en 1785, el Gran Oriente de Francia (GODF) estableció los rituales de los tres grados simbólicos y entre 1784-86, el Gran Capítulo General de Francia aprueba las cuatro Órdenes de Sabiduría (altos grados), los mismos que en su redacción original se utilizan actualmente en la GLNF. Es así como el Rito Francés se constituye en 7 grados más uno honorifico y administrativo (3+4+1)1*.
El Rito Francés desempeñó un papel clave en la expansión internacional de la Orden. Durante los siglos XVIII y XIX, esta se extendió por Europa y toda América, llevando consigo las enseñanzas y prácticas del Rito Francés. Sus principios ilustrados y su énfasis en la tolerancia resonaron con los ideales de la Revolución Francesa y se alinearon con los movimientos democráticos y republicanos de la época.
1* Siguiendo los lineamientos de Alexandre Louis Roëttiers de Montaleau, en 1801 se publica bajo el título “Regulador del Masón” los siete rituales definitivos del Rito Francés.
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